EDADES Y SINCERIDADES

Mi madre está leyendo el obituario de un periódico y, tapando la letra bajo la foto, me pregunta:

-¿Que edad le pondrías a este señor?
A lo que yo contesto:
-entre setenta y cinco y ochenta.
Y ahí es donde me equivoco porque acto seguido la conversación transcurre de un modo altamente "tensional".

-¿Me estás diciendo que a mi se me tan vieja como a este señor?
-Yo no he dicho eso, yo he contestado a tu pregunta, no he dicho que tú aparentes los años que tienes.Este señor no se tiñe, ni lleva ropa moderna.
-¿Me quieres decir que si nos limitamos a observar las arrugas y las bolsas de los ojos si aparento esa edad?.
-Agggggg, me acojo a la quinta enmienda.

Entonces llama a mi hija de cinco años:
-Hija de tu madre, ven por favor.
-¿Que, abuela?.
-¿Tú me ves arrugada?
-Sí.
-¿Como que sí?
-Abuela tú tienes arrugas porque eres viejita, mamá no.

Llegados a este punto yo hago mutis por el foro y me descojono detrás de la puerta mientras sigo escuchando:
-La palabra vieja no debes usarla.
-¿Entonces para que la han inventado?
-Pues para usarla con las cosas, una mesa es vieja, una persona noooo.
-Ahhhh, ¿entonces tú que eres, anciana?
-¿Tú te crees muy graciosa, no?
-No, yo soy lista.
Y para demostrarlo se da media vuelta y se va.

Mi madre se pasó el resto de la mañana refunfuñando y mirándonos con odio.
Cuando se lo cuento a mi hermana me reprocha:
-¿Y que te costaba cuando te ha preguntado la edad del difunto( que si la estaba tapando, se veía venir por donde iban a ir los tiros), decir noventa?
-Mira guapa, tú serás muy diplomática pero yo, que soy la retorcida, sé que no había escapatoria, era pregunta-trampa porque si le hubiera contestado eso me hubiera dicho:-¿que yo aparento noventa? y casi que hubiera sido peor.