Así que he pensado que voy a intentar sacar una entrada de cada viaje porque si me paro a pensar...da.
El jueves pasado llego a Oviedo a la hora de comer con muchísimo sueño pero entro en pánico al caer en la cuenta de que me he acabado el libro que llevaba y no tengo nada para leer después de comer y antes de quedarme dormida.
Estamos en un hotel encima de la estación, pregunto en recepción y salgo escopeteada a la librería más cercana.Entro justo antes de que empiecen a bajar el cierre en la librería Cervantes y me quedo pasmada al ver los carteles que anuncian que a las cuatro y cuarto estará Richard Ford firmando.
Ni me había enterado de que le habían dado el Princesa de Asturias.Me emociono.
Solo he leído "Canadá" de él pero es de esos libros que ni una desmemoriada como yo olvida.Compro otro libro del autor (el único que tienen que no es en edición de bolsillo) y vuelvo al hotel donde me esperan mis compañeros para ir a comer cachopo, callos y morcilla de Matachana (yo había dicho que no hacía falta comer fabada con la esperanza de algo más ligerito).
Saliendo del restaurante les convenzco para dar un paseo y así bajar semejante atracón.Al pasar por el Hotel Reconquista veo salir un coche con pinta de oficial y me acuerdo de Ford, les dirijo hacia la librería y allí está.
Y me vuelvo a emocionar.Entro rauda y veloz a la librería, compro dos libros más y me pongo a la cola que no es más larga que la de cualquier autor en una caseta en la feria del libro en el Retiro un día de lluvia(le sigo debiendo una entrada a mi encuentro allí con Manuel Rivas).
Somos mayoría mujeres y de cierta edad, entra el autor y nos avisan que a lo mejor no da para todos y que un solo libro por cabeza.No hago ni caso y pongo un papelito con el nombre de a quién quiero que se los dedique en cada uno.
Cuando llega mi turno reconozco mi ventaja porque apenas nadie habla inglés y creo que lo que le cansa es querer ser amable en español.
Pero no, tiene un par de secuaces que me insisten en que un solo libro(tenía que haber hecho entrar a mis compañeros conmigo para colocarles un libro a cada uno pero dado su poco interés por la literatura les he dicho que no hacía falta que me esperasen y fueran volviendo al hotel).
Perdemos más tiempo en discusiones que hubiera tardado en firmarme los tres.
Y cuando ya me decido por el mío le miro y entonces veo ese par de ojos azul muy claro riéndose de mi egoísmo y haciéndome sentir el centro del universo(y pienso en Boyer que me hizo sentir lo mismo hace más de veinte años).Y me habla y apenas atino a contestar y parece que es él el que me da las gracias a mi y sonrío y poco más.Me voy como en una nube y llego al hotel y no puedo leer ni dormir ni nada.Y pienso que con la cantidad de famosos que conozco al cabo de mi trabajo porqué es siempre con los escritores con los que me quedo frisada(excepción hecha de Boyer que es digno de un estudio psicológico en profundidad)y la respuesta es obvia, tengo pavor a no dar con las palabras adecuadas, y eso es exactamente lo que consigo.
¿He dicho aquí alguna vez que de jovencita tenía pesadillas en las que cenaba con el Gran Wioming y no era capaz de seguir su conversación?(EL Wyoming de ahora ya no me impone).
Cuando le cuento a mi hija por teléfono quién me ha firmado un libro me dice que no le gustan nada sus ojos(lo ha visto en las noticias) y acto seguido me dice que por fin ha leído un libro que le ha gustado:"La vida secreta de Rebeca Paradise" de Pedro Mañas, premio Barco de Vapor 2015.Y me vuelvo a quedar sin palabras.