Cogí el libro de Muñoz Molina "Ventanas de Manhattan" porque en la biblioteca no tenían "Todo lo que era sólido" y como me iba a Nueva York, me pareció apropiado.
Muñoz Molina no me apasiona, pero a veces, su melancolía general me apetece.
Lo que me ha gustado del libro es que describe exactamente las mismas sensaciones que sentí mis primeras veces en Manhattan, es tan exacto como cuando Buenafuente hace un monólogo sobre la compra en el supermercado el día que te toca el carro con las ruedas torcidas, y piensas que bueno para un momento no importa y para cuando te arrepientes ya lo tienes demasiado lleno.Es una comparación tonta, lo sé, pero es esa sensación de "sí, yo eso lo he vivido".
Mi primera vez yo iba muy, pero que muy reticente a que me gustara, en mi mentalidad pseudoprogre de aquel entonces todo lo norteamericano era el paradigma de lo que no tenía que gustarte.Pero la ciudad me pudo, los contrastes entre lujo y supercutre eran muy parecidos a lo que me ha llamado siempre la atención, o sea, los extremos.
Que sí, que en la mediocridad está la felicidad pero las genialidades son más entretenidas.Y si además te gusta el cine, estar en Nueva York es lo más parecido a estar en una película.
Que el autor del libro me haya recordado lo pasmada que me quedé al ver la libreria Rizzoli porque allí es donde coincidian Meryl Streep y Robert de Niro en "Falling in love"(Enamorarse en España) me animó a leerme el libro del tirón.Para muchos "los puentes de Madison" o "Que bello es vivir" es la peli de llorar por excelencia, a mi me parecen unos pastelazos increíbles(lo cual no quiere decir que no llorar al verlas) pero "Enamorarse"....esa sí es mi peli fetiche de llorar.
Y así con todo, los olores, los ruidos de los generadores de los patios a donde siempre da la habitación de tu hotel, hasta que aprendes a pedir alta y con vistas, el frío, el calor, el olor del humo diez días después de la caida de las torres gemelas (eso no se olvida en la vida), la curiosidad malsana por acercarte al boquete, la música y sobre todo los edificios y los personajes.
Mi primera vez fue en el 86 y de entonces acá han cambiado muchas cosas pero hay otras inalterables.
Incluso el "nacked cowboy" sigue en Madison.
Lo único que no he podido compartir con el autor son los garitos de blues y no porque no me guste si no porque jamás he encontrado a nadie que me quisiera acompañar y francamente, soy atrevida pero irme de noche sola a Harlem (incluso el de ahora) me parece algo arriesgado.
Ver en la 42 mi primera lluvia dorada en vivo y en directo, a un mendigo hacer aguas mayores entre dos limusinas, a judíos ortodoxcos vendiendo diamantes como el que vende pipas, a famosos corriendo por Central Park, a personajes en apariencia normales dándote un "speech" sobre "vayaustéasaber", la obra de Edward Hopper en vivo y en directo, y tantas cosas....bien merecían una entrada.
Y que Muñoz Molina (o su agente, o su editor, o su mujer) escogiera el Flatiron como foto de portada me llegó, porque mira que hay edificios singulares por el mundo, pues éste es el mio.
Ciudad de contrastes, no hay árbol sin ardilla.
Esta es la vista que se puede tener desde el hotel, una vez aprendes a pedir.Por la noche era ésta otra, más espectacular si cabe,
Y vuelvo a echar de menos la desfachatez de ponerme a fotogarfiar a los persona-jes de frente.
Y esa sensación, compartida con M.M, de mirar a un negro norteamericano y ver todo el peso del pasado de su raza sigue ahí.
Y por supuesto, ese metro, que no es ni el ruso, ni el londinense ni el madrileño, es EL metro por excelencia.
Y esas fotos de última hora, con nostalgia ya.