lunes, 3 de febrero de 2014

TRES DE FEBRERO

Hoy hace diez años pasé el día en Deauville.El cliente íba a comprar caballos.Y no hubo "feeling".

A la hora de comer me empeñé en dar un paseo por la playa, hay casetas de esas de madera, creo que a listones azules y con barandillas blancas, pero a lo mejor eran color arena.Muy francés y muy decadente.
Sí recuerdo la luz, de esa rara, de neblina con sol, no hacía frío o no lo recuerdo.

Estuve rara, distante y fría.Eso dijo el cliente pero no me enteré hasta muchísimos meses después porque nadie se atrevió a decírmelo.

Al llegar a casa, creo recordar que era todavía de día pero eso es imposible porque si comí en Deauville antes de las siete no podía estar en casa y en éstas fechas, en Madrid, ya es de noche.

Me llamó por teléfono la madre de mi ex y me dijo que había muerto, yo le contesté que si era una broma.
Me explicó lo que quiso, se excusó por no haber estado a la altura y quedamos que me llamaba en cuánto le devolvieran el cadáver después de la primera autopsia.

Colgué, me senté en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, empecé a darme cabezazos contra ella y a llorar.Lo único que no atinaba a comprender es porqué no lo había presentido.¿Cómo podía ser que llevara doce horas muerto (o treinta y seis, no me había quedado claro) y que no lo hubiera sabido?.A día de hoy sigue siendo esa sensación de incredulidad la que mejor recuerdo.Luego vino la pena, el dolor, la culpabilidad, el vacío.....todo eso ha desaparecido.Si, puedo decir que diez años y una hija han sido suficientes para que haya días que ya no me acuerde de él en todo el día, o que ya no vea su figura en los andares de otros, o que no voltée mi cabeza al pasar por el bar donde él desayunaba.
Pero sigo sin poder ver una película de Mel Gibson(hubiera valido como su doble) y sigo soñando con él.
Podré vivir con eso.