VACACIONES EN ROMA

La familia quería ir de vacaciones y a pesar de que estoy hasta la punta del pelo de maletas, aviones y demás, oye....nobleza obliga, por el bien del grupo.

Mis condiciones fueron:no más de dos horas de avión, no quiero saber nada ni de billetes ni de hoteles, y que el destino no me sea muy familiar.
Después de diatribas varias, lo conseguimos, el hotel iba a ser malo(para el que no lo sepa en Roma hay que quitar una estrella a las categorías y siempre es temporada alta)e íbamos a ir en línea de bajo coste....oye....por la economía familiar.

Cuatro días es muy poco tiempo, y con fin de semana de por medio, la cosa pintaba cuando menos multitudinaria.Así que al menos la visita al Vaticano tenía que ser programada porque lo de cuatro horas de cola con tres miembros rondando los ochenta, una de cuatro y la vaga de mi hermana...era mucho pedir a mi buen humor habitual.Así que hice acopio de "ooommmmms" y allá que nos fuímos.

Al llegar al hotel la primera en la frente(la demora del avión no cuenta, fue standard):la primera noche mi churumbel y yo tendríamos que compartir habitación cúadruple con mis padres(el resto de combinaciones eran inviables), ya en Praga perdímos en una ocasión un día entero por un problema de "overbooking" así que cedí, por supuesto montando pollo de los que asusto al resto del grupo pero al menos conseguí que no me cobraran esa noche y minibar gratis para todos.(La pena es que nos lo dijeron al tercer día).

A partir de ahí, me dió la sensación de que el resto del grupo se volcó en mí, o sobre mí.Previsora que es una(mi"cuñao" dice que mi bolso es como el de Mary Poppins)había comprado una sillita de paraguas para cuando la niña de mis ojos no pudiera con su alma, y así poder llevar yo las dos guías, la máquina de fotos grande, la de vídeo, el agua de todos, las rebequitas por si hace frío, las compras diarias más mi bolso de Mary Poppins, porque tres miembros eran mayores y a mi hermana le gusta ir con las manos, los hombros y los bolsillos vacíos.

Ya puestos, yo debía empollarme la guía mientras los demás hacían siesta y decidir itinerarios y lugares "cucos pero no caros" para comer y cenar.

Ya he dicho que la visita al Vaticano fue programada, pero a pesar de los ascensores
es una carrera de obstáculos si vas con una sillita, creo que todas las madres andarinas hemos empezado a ver con otros ojos a los minusválidos después de tener un bebé.

El siguiente pollo fue con los taxistas de la parada del alto de Trinitá di Monti, que era donde teníamos el hotel.(Era malo pero bien situado).No querían llevarnos al foro porque a esa horas querían pasajeros para el aeropuerto(nueve de la mañana de un domingo).Tuve que amenazar con llamar a la policia y dirigirme al portero del hotelazo Villa Medici para que creyeran que teníamos poderío.

Mi dispuesta hermana cuando vió la cola del foro dijo que ni de coña(pese que era lo que quería ver su chico)y cuando vió la del "Colosseo" me tuve que plantar y decirle que SÍ íbamos a entrar y que por lo menos llevara la cámara(la llevó durante una hora de reloj).Tuvimos suerte y nos colamos sin querer, así que solo pagamos la visita guiada de los no jubilados.Mi hija llegó a la conclusión de que si en Venecia hay mucha agua, en Roma hay muuuuchas piedras.

El Trastevere por la noche nos pareció lo suficiente turístico para no reservar, craso error...."full"...por fin cenamos con la niña de mis ojos más muerta que viva, pero feliz porque esa noche vimos a todos los cómicos de la zona.

El último día Campo de Fiori, Plaza Navona, Panteón, la cafetería más famosa, la heladería más conocida y todos "agotaos" porque ya no teníamos hotel para hacer siesta.Menos mal que se puso a chispear y ya teníamos excusa para quedarnos sentados.

En el aeropuerto de Roma pollos varios,a la maleta que no facturé a la ida le sobraban tres centímetros de ancho y me la hicieron facturar para la vuelta.
En el restaurante apagaron la freidora y la máquina de zumos de naranja a las 20:45 porque cerraban a las 22:00.

Al llegar a Barcelona, la sillita que yo había llevado hasta la puerta del avión la habían mandado a una cinta, mis veinte kilos de hija estaban como un tronco así que como había hecho poco ejercicio durante el viaje, decidí cargar con ella toda la terminal uno.
Cuando llegué a donde las cintas me senté, media hora más tarde, allí seguía yo, sola con mis padres, el resto del grupo se había ido a sus labores.
Mandé a mi madre a la cinta de equipajes a ver si mi maleta estaba dando vueltas, a mi padre a la cinta de "especiales" a por la sillita y cuando volvieron con las manos vacías y yo ya estaba al borde de una crisis porque mi hermana seguía con el teléfono apagado nos llama el taxista para preguntarnos si todo va bien, que él tiene ambas cosas cargadas desde hace rato y que mi hermana y su chico están a punto de desaparecer tras una cortina de humo al otro lado de la calle.
A partir de ahí, no tuve que decir más nada, mi padre tomó las riendas del asunto y una hora más tarde estaba en mi cama....hogar dulca hogar.

Mi hermana, por supuesto, dirá que exagero, pero la prueba es que todos han vuelto con dos kilos más menos yo que perdí kilo y medio.

Oye....pero valió la pena, en el taxi dirección Fiumiccino, mi hija me preguntó si podríamos volver al día siguiente pero para quedarnos DIEZ días....y lo que más le gustó es el Coliseo porque parece que los dioses le han dado un "bocao".....no me digas que dibujos ve últimamente.....