jueves, 23 de abril de 2015

PAQUITO

El cáncer de Paquito ha tardado en llevárselo los mismos años que tiene mi hija.NUEVE.Se gestó a la para que mi embarazo y tardaron lo mismo en detectárselo desde sus primeras molestias.Nueve meses son muchos para dejar suelto un cáncer en el colón.

Trabajé veinte años codo con codo con Paquito y me quedé con las ganas de mandarle una carta cuando el fin ya era inminente.

Paquito era diez años mayor que yo, tenía muchísimo pelo (que ni la quimio fue capaz de arrebatarle) y era militar de academia.Y supo vivir la vida y la muerte.

 No muy alto, tenía una memoria de elefante, le gustaba leer y la tensión baja.Una facilidad pasmosa para dormirse, solo cuando era su turno, y rarísima vez perdía la compostura y la paciencia.

Como persona tenía una peculiaridad, era mentiroso compulsivo a la hora de hablar de relaciones sociales y ocio.Ël siempre había visto la última película estrenada, estado en el restaurante de moda o conocido al famoso de turno.Lo más peculiar, era sin embargo, que su mujer le seguía.

Dicho esto, en su funeral estuvimos todos de acuerdo en destacar su entereza, luchó como el que más, trabajó en unas condiciones que ponían en riesgo nuestra seguridad, pero nadie se atrevió a decirle nada porque su tesón nos superaba.
El último año negó la evidencia porque necesitaba solucionar la vida económica de su mujer y descendientes.
Y los últimos meses , él sentado con su mantita al lado de la chimenea, y el resto del grupo sentado a su vera  bebiendo champán francés y fumando como si no hubiera un mañana mientras le contábamos nuestras penas y echábamos unas risas, es una imagen que no olvidaré jamás.

Era militar de academia y eso marca(los civiles para excusar su perfección siempre decían que era un militar atípico).
Era un gran maestro, jamás se reía de tu ignorancia, utilizaba términos a la altura de su oyente y no dudaba en informar a todo el mundo de un problema y hacerte partícipe de su solución (cosa harto rara en mi machista y clasista lugar de trabajo).
Jamás se inmiscuyó en mi parcela y siempre consultaba si la parcela era compartida.
Era el único que me servía cuando íbamos a un restaurante (el resto suele esperar a que sirva yo, dado que soy la única mujer, o se sirven a ellos mismos primero).
Le gustaba acompañarme de tiendas y me instaba a pensármelo si veía que yo corría por no hacerle esperar (jamás me ha gustado ir de compras con hombres), siempre me pedía que le dejara bolso y abrigo cuando iba al baño y jamás tenía prisa si estábamos de copas.

Vivía por y para su mujer, después su hija y en tercer lugar su trabajo.Fumó todo lo del mundo y un poco más, hasta que un día dijo "hasta aquí" y así fue, al año apareció el cáncer.Jamás se quejó de que el resto siguiera fumando, sobre todo su mujer.

Dicho esto, con lo que me quedé con las ganas de que supiera es que era el mejor, profesionalmente hablando, sin duda.En veinte años no he conocido nadie que se le acercara, ni por asomo.Y que ha sido un placer trabajar con él.
El equipo se queda más que cojo.Nos quedamos tocadísimos con la muerte del jefe hace seis meses y ahora hundidos con la suya.Y ya nunca será lo mismo.

Quedan miles de anécdotas, veinte años dan para mucho, y si más adelante consigo no llorar a la par que escribo relataré alguna.

Lo dicho, fue un placer.